Hace ya cinco años que de las levaduras salvajes de la piel de una manzana obtuve fermento natural. Desde entonces lo cuidé a diario.
En diciembre de 2005 lo instalé definitivamente en la que es su casa hasta día de hoy, Triticum. Aquí es uno más de la familia, lo tenemos en cuenta para todo, no sea que se sienta excluido del equipo! Cada día lo refrescamos, cuidamos su pH, controlamos su temperatura... en definitiva, no puede tener queja de nosotros porque su salud es excelente. Así, gracias a él, nuestro pan consigue un toque de acidez láctica, una corteza crujiente, un aroma a pan y una larga conservación... Todos los productos Triticum se realizan a partir de nuestro fermento natural, aunque la dosis varía según el tipo de pan, dependiendo del toque de acidez que queramos aportarle a dicha variedad.
Lo dicho, sin él no podemos estar, es nuestra pequeña criatura, a la que debemos parte de nuestro éxito y a la que no nos cansamos de colmar de atenciones.