El domingo tuve la suerte de ser uno de los últimos comensales que podrá disfrutar de una comida en Cala Mongó. El escenario espectacular, el servicio excelente, el menú degustación te deja sin palabras. Entras en el universo bulli y a partir de ese momento todo es posible. Las sensaciones se multiplican y descubres una nueva forma de vivir la gastronomía, como un arte, como la única manera de ver el mundo.
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